El novelista brasileño Paulo Sandrini, quien impartió un taller de narrativa en Caracas, fue retenido y sometido a una sesión de torturas sicológicas por la Guardia Nacional en Maiquetía.
TalCual
Por: Oscar Rodríguez Loyo
El escritor brasileño Paulo Sandrini regresó a su país no sólo con buenos recuerdos de Venezuela y de la grata experiencia que vivió en los talleres de narrativa que dictó durante la semana pasada en el Instituto Cultural Brasil Venezuela.
Lamentablemente, también se llevó un mal sabor luego de ser detenido y hostigado por las autoridades, el pasado sábado 8 de agosto, en el aeropuerto internacional Simón Bolívar de Maiquetía.
El novelista de 38 años fue retenido por autoridades del aeropuerto junto a otro señor, y un joven profesor universitario bajo la acusación de "supuesta posesión de drogas", horas antes de su vuelo con destino a la ciudad de Brasilia.
Sandrini, quien se encontraba en la ciudad de Caracas dictando una serie de talleres literarios denominados "Violenta imaginación", chequeó su boleto de viaje y su equipaje para dirigirse a la zona de embarque, cuando oficiales militares y de inmigración le solicitaron el pasaporte, su maleta de mano y colocarse frente a la máquina antidrogas.
"Me encontraba en la cola pasando con mi equipaje de mano, cuando me pararon. Sin explicaciones, me pidieron el pasaporte y me mandaron a colocarme debajo de la máquina para detectar drogas. Me hicieron pasar tres veces por la máquina y como no había desayunado, vieron que tenía el estómago vacío, entonces me llevaron a un cuarto donde me tuvieron por media hora, y luego trasladarme un hospital para tomarme una placa de rayos X, para detectar si llevaba drogas o no en mi estómago", explicó Sandrini vía correo electrónico.
El escritor fue trasladado a una clínica del estado Vargas para realizarle el examen. Durante el trayecto, las autoridades lo llevaron a diversos sitios de Vargas sin responder a las preguntas de Sandrini, quien asegura que buscaban atemorizarlo pero se mantuvo tranquilo hasta llegar al centro de salud.
"Antes de ir al hospital, los oficiales se detenían a cada rato en varios lugares para buscar comida, jugos, alcohol. Incluso, se paraban de manera innecesaria al lado del camino con el fin de retrasar el vuelo aún más de lo que ya estaba, y ponerme en una situación de terror. Era una violencia psicológica contra mi, una 'Violencia institucional', sobre la cual habíamos debatido con los alumnos del taller literario. Pero yo me quede tranquilo y leía un libro dentro del carro de la policía, lo que para ellos fue un tanto incómodo", dijo.
Los militares le prohibieron a Sandrini hacer llamadas telefónicas durante el tiempo de retención. Los resultados de los rayos X apuntaron que el escritor no poseía sustancias ilegales. Sin embargo, uno de los funcionarios buscó chantajearlo dentro de la unidad móvil.
"Me llevaron a una clínica en malas condiciones y con aparatos obsoletos. Me hicieron dos exámenes y los dos salieron negativos. Luego me volvieron a meter en el auto y el chofer que estaba vestido de civil me pregunto en voz baja si tenía dinero. Yo le pregunté en voz alta qué fue lo que me preguntó, cosa que alertó a los otros y mantuvo al chofer en silencio", agregó Sandrini.
El autor explicó que, minutos después, fue llevado aeropuerto, mientras las autoridades realizaban llamadas a la base del ejército. Allí fue exonerado y obligado a firmar un documento que explicaba el procedimiento de las autoridades y que Sandrini no había sido molestado ni agredido físicamente.
Sandrini se suma a la lista de escritores e intelectuales que han recibido muestras de hostilidad en el aeropuerto, entre quienes cabe citar a Enrique Krauze, Mario y Álvaro Vargas Llosa y Fernando Mires.
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