Era el 26 de Noviembre de 2006, nuestro mediático presidente se paseaba por alguna calle de Maracay en un automóvil ensamblado por la empresa Venirauto (51% gobierno iraní, 49% gobierno venezolano) y afirmaba que “Este evento constituye una poderosa señal de la nueva era a la que me he referido, del 2007 al 2021″, al inaugurar esa planta ensambladora. Exaltado exclamó “Pronto Venezuela será una potencia”
El tiempo demostró que los 70 MMUSD que aportó el país a ese empresa mixta sencillamente se esfumaron. Hoy se puede apreciar esa planta en la Autopista Regional del Centro con los patios llenos de vehículos a la intemperie. Nadie del gobierno siente como propio ese derroche de dinero público: Ni la empresa estatal iraní Aidco, ni la estatal venezolana Veninsa y su ministerio de adscripción, el Milco, responden por este fracaso.
Como nunca el pais se encamina a una crisis en el sector automotriz: La falta de divisas, la toma de las esambladoras por sindicatos afectos al gobierno y el reordenamiento de las importaciones por parte del gobierno configuran un cuadro oscuro de escasez de vehículos y repuestos en general.
El presidente Chávez, cuando en noviembre de 2006 manejaba el primer carrito salido de esa ensambladora comentó que “la fábrica de vehículos Venirauto producirá 5 mil vehículos para el año 2007; mientras que en el 2008 aumentará la producción a 16.500; y en el 2012, producirá 25.000 vehículos, que serán aprovechados por todos los venezolanos”. El presidente venezolano aseguró que en Venezuela “hemos decidido tomar el camino del socialismo”
Hoy Venirauto es una empresa fantasma, sin producción, concesionarios, sin contraloría ni presencia de sus vehículos en la calle. Los portales web de las empresas están inoperantes. Venirauto simplemente echó el carro. Es un buen ejemplo del socialismo chatarra que impera hoy en Venezuela.
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